CATEQUESIS Nº 4

                                     EL PECADO DEL HOMBRE:

            LA INGRATITUD DE LOS HIJOS PARA CON EL PADRE

 

PRIMERO QUE NADA

Ya sabemos, primero que nada es la acogida, y como cada semana, si en la reunión hay algún miembro nuevo lo presentamos, nos enteramos dónde vive, cómo es su familia etc.

Y después oramos

!Qué ingratos te debemos parecer, Padre misericordioso! Tú que tanto has hecho por nosotros, has recibido como respuesta nuestro pecado. Hemos sido ingratos.

Pero, !qué bueno que sigas siendo Padre a pesar de nuestro pecado!. !Qué bueno que no te enojes con nosotros y que estés siempre dispuesto al perdón.

Esta es nuestra historia: una permanente tensión entre nuestra condición de seres humanos y nuestro afán por hacernos dioses y poderosos y grandes.

Reconocemos que somos pecadores y te pedimos que no te fijes tanto en nuestro pecado, mira también nuestra buena voluntad y nuestra deseo de corregirnos y de cambiar. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Y ¿COMO ESTUVO LA SEMANA?

¿Alguien tiene algo que contar hoy de lo que le aconteció en estos días? Es bueno que entre hermanos compartamos las cosas importantes. Aquí la alegría compartida se multiplica y al adversidad se reparte para que duela menos y salgamos de ella más rápidamente.

Y, ¿cómo nos ha ido con el compromiso que nos tomamos la semana pasada? ¿Alguien quiere compartir con los demás su experien­cia al respecto?

Y, ¿nos hicimos todos, después de leer la Biblia, la pregunta que se señalaba la semana pasada? A ver, ¿alguien quiere contar lo que sintió que Dios le quiso dejar dicho cuando leyó algún párrafo de la Biblia?

En un momento de silencio pedimos perdón si no cumplimos el compromiso y damos gracias si lo hicimos bien.

EL TEMA DE HOY

Antes de entrarle al tema de hoy, hagamos un poco de memoria y recordemos las principales ideas del tema anterior. ¿Quien recuerda algo?

Hablábamos de la Biblia y decíamos que era un libro que contenía la Palabra de Dios para que el hombre pueda vivir en la tierra haciendo lo correcto. Decíamos que se trataba de una historia de salvación dividida en dos grandes momentos, el Antiguo Testamento que se refiere al tiempo en que Dios habló al pueblo de Israel por medio de terceras personas (profetas etc) y el Nuevo Testamento que recoge todo lo que Cristo hizo por nosotros.

Y decíamos también que la Biblia no basta leerla sin más; señalábamos que cada vez que leemos un texto tenemos que preguntarnos qué es lo que Dios nos quiere dejar dicho con esas palabras que hemos leído.


Ahora vamos con el tema de hoy. Si en el comienzo de la historia de la salvación está la creación del mundo y del hombre, casi en los primeros momentos de esa misma historia tenemos que poner un episodio triste y lamenta­ble pero que aconteció y que, además, nos ha traído a todos los hombres muy malas consecuencias.      Hoy vamos a hablar del pecado del primer hombre y de la primera mujer tal y como nos lo cuenta la Biblia.

IDEAS CENTRALES

- Antes de leer lo que nos dice la Biblia sobre el pecado de Adán y de Eva vamos a recordar lo que sabemos a ver si entre todos logramos reconstruir un relato parecido al que nos cuenta el libro sagrado.¿Quien recuerda cómo fue aquello del pecado de Adán y de Eva?...

- Bueno, ahora veamos si fue exactamente así como acontecieron las cosas. Vamos a leer del primer libro de la Biblia, que se llama Génesis porque se refiere a los orígenes de la vida y de la historia,       el capítulo 3.

- Para comprender bien lo que Dios nos quiere dejar dicho con este relato tenemos que olvidarnos un poco de la serpiente y del árbol y de la manzana. Al igual que pasaba con los días de la creación, que dijimos que eran formas de explicar que Dios Padre es el autor de todo lo que existe, el árbol y la manzana son imágenes de las que el autor se ha servido para explicarnos que el pecado de Adán y de Eva no fue otra cosa que un intento de hacerse más grandes, de ponerse ellos en el sitio de Dios.

- Adán y Eva estaban bien como Dios los había creado, eran los personajes más importantes de toda la creación. Pero, no se contentaron con eso, les entró, por tentación del demonio, el deseo de ser aún más grandes e importantes y quisieron quitar a Dios para ponerse ellos en su lugar.

- A partir de aquel momento, a Adán y a Eva les vinieron muchas desgracias que en el texto bíblico aparecen como castigos de Dios por su pecado. En realidad, Dios no necesitaba castigarlos. Lo que ocurre es que al volverse ellos contra Dios introdujeron en la creación, que Dios había hecho buena y en armonía, una serie de desórdenes cuyas consecuencias fueron tan horrorosas para el ser humano que parecía como si Dios los estuviera castigando.

- El trabajo, la enfermedad, el dolor, el sufrimiento son consecuencias del pecado del hombre; son elementos nuevos que el hombre metió en la creación de Dios dañando su obra.

- Dialoguemos aquí un poco sobre nuestra experiencia del dolor. Por qué muchos de nosotros, cuando nos acontece algo malo, sentimos la tentación de culpar a Dios de ello, o si no de exigirle que El nos lo remedie?...

- Otra cosa que a veces nos cuesta aceptar es por qué nosotros, que nada tuvimos que ver con lo que hicieron Adán y Eva, pagamos cuando venimos al mundo las consecuencias de su desobedien­cia al nacer nosotros con el famoso pecado original.

- Bueno, ahí pasa como con nuestros hijos; a alguien de ustedes uno de sus hijos no le ha dicho nunca esta frase: y por qué ustedes no me hicieron a mí blanco en lugar de prieto? Por la misma razón que dos padres de piel morena procrearán hijos del mismo color, los hijos de Adán y Eva, que somos todos nosotros, nacemos con esta herencia que ellos nos dejaron: su pecado.


- De todos modos este pecado, que puede parecernos una injusticia que cometieron nuestros primeros padres con nosotros, nos demuestra una vez más la bondad de Dios nuestro Padre, que nos limpia en el sacramento del bautismo esta mancha y que no nos la tiene en cuenta para beneficiarnos con el don de su salvación.

- Pero es que, además, cómo nos hubiera ido a nosotros de ser Adán y Eva? Hoy nosotros, ¿no es verdad que muy a menudo cometemos el mismo pecado que ellos, es decir, no tenemos frecuentemente el mismo afán de ser más grandes y un poco como dioses?...

- En qué se nota que nosotros cometemos este pecado?...

- Y como hoy hemos hablado del pecado, bueno es que sepamos o recordemos que hay pecados a los que se llama capitales, porque tienen eso, una capital importancia. Son el orgullo, la avaricia, la impureza, la ira, la gula,, la envidia y la pereza. Por todas estas cosas los hombres nos enfrentamos unos a otros y hacemos que el demonio reine donde debe reinar Dios.

QUE NO SE NOS OLVIDE

- ¿El pecado de Adán y Eva consistió realmente en comerse una manzana, o en qué consistió?

- ¿Cuáles fueron las consecuencias del pecado de Adán y Eva?

- ¿Por qué decimos que las consecuencias que vinieron del pecado de Adán y Eva no hay que entenderlas como castigo de Dios?

- Por qué decimos que el pecado original con el que todos nacemos por ser hijos de Adán nos sirve para demostrarnos que Dios es bueno y que es nuestro Padre?

NOS COMPROMETEMOS

Aunque es muy difícil cumplir un compromiso como el de no pecar más, vamos a intentar esforzarnos al máximo por tomar conciencia de las ocasiones en que yo actúo de forma en que pretendo hacerme más importante de lo que soy y voy a tratar de ser en esos momentos más humilde y sencillo y vencer mi orgullo y vanidad.

HASTA LA PROXIMA

Cuando la reunión termina es tiempo de los avisos. Aquí es bueno que si alguien los conoce recuerde a todos los avisos parroquiales que haya. Recordemos que formamos parte de una comunidad más grande que es la parroquia y debemos participar en sus actividades.

Finalmente rezamos y cantamos.